Grandísimo el Barsa, grandísimo el basket


Una final four siempre es un gran espectáculo, la juegue quien la juegue, y la gane quien la gane... y la edición de este año ha estado a la altura.

Las semis del viernes fueron apasionantes, especialmente la que enfrentó a Partizán con Olympiakos, un partido que se llevó quién menos lo mereció, aunque el deporte no tiene porque ser necesariamente justo.

El Partizan dio una lección de garra, ganas y calidad, y estuvo a punto de tumbar al gigante griego. El triple de Keckman mereció ser un triple ganador... pero por allí apareció un tal Childress, que recogió un balón en el aire para forzar una prórroga a la que el Partizán llegó sin aliento ni efectivos.

Antes el Barsa tiró de apisonadora para vencer al gigante ruso. Dos faltas no cometidas pero pitadas a Khryapa desestabilizaron el choque en la primera parte, una primera parte en la que el CSKA, con 21 puntos anotados, no dio la talla... Siskauskas y Langdom son muy buenos, pero si nadie más echa una mano, no puedes vencer nunca a un rival que te va ahogando poco a poco con un ritmo infernal que no se puede seguir bajo ningún concepto.

La final fue un paseo, entre un equipo que no salió a especular, sino a disfrutar y a defender, y otro que lo intentaba pero no podía... El Barsa parecía estar jugando un amistoso más que una final. A nadie se le encogía la mano, a nadie se le escapaba un jugador por falta de concentración ni a nadie se le escapaba un mal tiro. El Olympiakos hizo lo que pudo, lo intentó por fuera, donde Childress y Papaloukas tiraron de oficio, y lo intento por dentro, con un Baby Shaq imparable pero impreciso. Pero la locomotora no paraba, y cada error del Olympiakos era sancionado en ataque por un triple, un mate o una asistencia...

Merecido y genial, el Barsa se lleva una Euroliga que ha merecido desde el primer hasta el último partido disputado.

Zorionak Barsa!

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