2-0. Pero falta uno más… el más difícil.

Un 2-0 reina en el marcador general de la serie, aunque el resultado más probable debiese ser un 1-1, o en el peor de los casos, un 0-2.

Bullock falló un triple, sólo, cuando su porcentaje desde la línea de tres ronda el 40%. Reyes falló al poste bajo cuando su porcentaje desde ahí ronda el 70%. Definitivamente, nuestro 2-0 es un gran botín, un tesoro que la estadística o la probabilidad no admite, pero que la emotividad, la concentración, el estado de ánimo y el pundonor, explica.

Todo esto sólo viene a explicar que el 2-0 sólo refleja el resultado… Los niveles de juego no hablan de esa ventaja, ni muchísimo menos. Lo que si refleja el 2-0, es el nivel de crispación de un equipo desorientado, donde ni siquiera un entrenador con el aval de “mejor entrenador de Europa” se salva de la quema. Jugadores como Bullock y Garbajosa, que brillan como estrellas en la eliminatoria frente al Cajasol, desaparecen en las profundidades del banquillo en cuanto la serie se pone interesante. Velickovic y Lavrinovic, otrora estrellas del Madrid, son relegadas en la parte importante del campeonato al anonimato y se les exige ahora que ejerzan de estrellas de nuevo. Prigioni se enfrenta al mundo, pierde los papeles, y deja el puesto de base de todo un Real Madrid a merced del nivel de presión de una afición entregada y que sabe como hacer daño. Del base suplente, Jaric, no hay noticias desde la Copa del Rey… y no se que me da, de que Messina pueda ser responsable de esa extraña mutación… De estrella a estrellado.

Pero a pesar de todo esto, el Madrid, en campo ajeno y con la presión más brutal que se recuerda por Vitoria, ha tenido en los dos partidos la bola de la victoria. Los dos balones, en buenas posiciones, con sus dos jugadores más valientes y comprometidos con su club como protagonistas. Lo dicho, un 2-0 engañoso.

Engañoso, pero merecido… Porque hasta el momento, sólo he hablado del Madrid, pero ahora toca hablar del Baskonia, y todo lo que diga, quedará corto, sobre todo, por el orgullo que me ha hecho pasar estos dos días… Hemos vuelto a vibrar con el baloncesto, con la emoción y con el famoso “carácter Baskonia” por bandera. Espectacular… Estos dos partidos se recordarán en Vitoria durante muchos años…
No os voy a hacer perder el tiempo... Leeréis las loas a Oleson, Splitter y Marcelinho en cualquier diario que abráis hoy, por lo que, aunque esté completamente de acuerdo con todo, no repetiré crónicas… Pero si quiero hacer una mención a algunos aspectos que no se han tratado en los medios, y que por lo tanto, quedan más ocultos, pero que son fundamentales para los dos partidos que vienen…

Vamos allá:


1.Fragilidad interior. Notaréis que hablo de fragilidad, y he tardado bastante en encontrar el adjetivo preciso. Hablo de fragilidad, porque no es ni “debilidad”, ni “inferioridad”. El juego interior baskonista ha sido superior al del Madrid, y ha sido más fuerte. ¿Por qué frágil entonces? Porque es excesivamente dependiente de Tiago, y la dependencia provoca fragilidad. Splitter ha estado descomunal, Teletovic, regular, pero Eliyahu sólo ha ayudado, y Golubovic, ni eso. Y preocupa… Ahora nos vamos a Madrid, y si los merengues mantienen el nivel de presión interior que han mostrado en Vitoria, es previsible que el arbitraje castigue a Tiago de una manera diferente a como lo ha hecho en Vitoria (es lo que tiene tener estos arbitrajes tan competentes). Teletovic puede dar más, y seguro que lo dará, pero hay que esperar algo más de Golubovic y Eliyahu en Madrid.


2.Factor Herrmann. El viernes Herrmann fue determinante. Sus rebotes, su intensidad y su inteligencia en ataque, marcaron el partido hasta el punto en que Teletovic vio el final del partido desde el banquillo. En cambio el domingo su presencia se diluyó bastante. Si queremos competir en Madrid, hace falta el mejor Herrmann, tanto ayudando dentro, desequilibrando fuera, como emparejándose a Velickovic.


3.Hace falta gente… El Baskonia estaba jugando con 9-10 jugadores por encima de los diez minutos por partido. El domingo, el Baskonia volvió a jugar con 7, dejando a Palacio, Golubovic, Eliyahu y English por debajo de los 10 min. Aún admitiendo que pudiésemos ganar al Madrid con una configuración de siete (la serie se presta a una rotación corta), veo imposible enfrentarnos al Barsa con ese número de jugadores. Hay que alargar un equipo que ha sido largo todo el año para recobrar nuestra seña de identidad.

4.Control de parciales. La serie marcha extraña… a tirones, tanto por una parte como por la otra… Ahora te cojo diez puntos, ahora te remonto, ahora me voy yo, ahora te cojo. En el Baskonia, estas rachas se han sabido gestionar, de hecho, durante todo el año el Baskonia ha jugado con las rachas. Pero estamos en el último playoff, y lo que queda de Madrid o lo que hipotéticamente pueda llegar con el Barsa, no admitirán más remontadas. Mantener las distancias debe convertirse en una pequeña obsesión para los jugadores del Baskonia. Ese control debe venir por la búsqueda de opciones interiores o de penetración por encima de la volatilidad del triple. Es evidente que el Baskonia abusa del triple porque es uno de sus puntos fuertes. Vitoria gana y pierde desde la línea de tres, pero la estabilidad en los momento duros la da el tiro libre, los juegos al poste bajo y las penetraciones.

La serie vira a Madrid, donde el Baskonia se encontrará un infierno, tanto por la presión ambiental como por la rabia de los Felipe, Bullock o Llull. Pero hay que ser inteligentes y ser conscientes de la situación especial que vive el Madrid en Vistalegre. Su propio público puede ser nuestro mejor aliado, y si se dan las circunstancias propicias, 10.000 merengues pueden ser 10.000 baskonistas silbando a la mayoría de los integrantes de su equipo y a su propio entrenador. Busquemos esa coyuntura…


¡¡Aupa Baskonia!!