El extraño caso del PP (Pepe y Pepu)

Pepe es un icono. Le gusta ponerse la corbata, visitar al Rey, comer con Rajoy o hacerse homenajes. Él es la estrella, el jugador más importante de la selección y principal baluarte español. Su figura no admite medias tintas, y una foto por el perfil inadecuado puede ser motivo de querella judicial.

Pepu osó hacerle sombra... Primero le ganó un mundial, cosa que Pepe agradeció, ya que para mantener su esbelta figura en los altares, necesita que sus subordinados le den triunfos (¡Como va a sacar pecho con una España octava!). Pero el osado entrenador fue más allá... Primero se le ocurrió hablar de Ba-lon-ces-to. No pasa nada, pero la frase fue lo suficientemente mediática como para eclipsar a Pepe. Aquello le produjo al principal baluarte español una ligera úlcera, pero en fin, tragó saliva y siguió para delante.

El momento era dulce... La prensa casi tenía el corazón dividido entre Pepu y Pepe como artífices del oro... los Gasol, Calderón, Navarro y cia eran artistas invitados al universo PP (Pepu y Pepe), pero llegaron los problemas...

Pepe, subido como en él es habitual, organizó su sarao en Madrid a su imagen y semejanza. El europeo de Madrid fue un videoclip de Madonna donde sólo cabía un protagonista, Pepe y sus patrocinadores. Pepu torcía el morro y se quejaba, pero Pepe no le daba cancha. Si había que ir en tren por toda la geografía española, se iba, o si había que asistir a una cena de gala la víspera de un partido, se asistía. Para más INRI, Pepe se ponía la medalla que nadie se había puesto hasta el momento; Conseguía hacer de Jorge Garbajosa el jugador lesionado más protegido de la historia del baloncesto, al firmar un seguro infumable para llevar al “cojo” Jorge a la selección ¿Cuanto nos habrá costado a todos nosotros esa participación de Jorge en el europeo?

Y España falló... Un entrenador sin dedicación exclusiva (pero en forma, eso si), liderado por un ruso nacido el salvaje oeste americano le tiraba a Pepe su chiringuito al suelo. Pepe, como no podía ser de otra forma empezaba a repartir mamporros... ¿A quien? Evidente, a Pepu. Para colmo, Jorge Garbajosa se resentía fuertemente de su lesión y Toronto, como es lógico, pedía a España que cumpliese con su palabra y que pagase el seguro contratado. Pero no... Pepe sacó pecho para firmar el seguro, pero escondió la cabeza a la hora de cumplir.

Y mejor o peor llegamos al esperpento de Pepe y Pepu. Pepe estalla de celos cuando Pepu saca un libro que habla del secreto del éxito. ¿Éxito? ¿Que éxito? ¿Mi éxito? ¡¡A la calle!! ¡¡Por traidor!!

Pepe se apoya en un supuesto contrato entre Pepu y Unicaja para echar a Pepu. Falso. Pero falso, como sólo Pepe puede ser de falso. Habla de dedicación exclusiva y se esconde en detalles sin importancia alguna como una charla, una presentación, un... Pepe culmina su venganza, y echa a patadas a Pepu.

¿El sustituto? Aito... El mejor entrenador español actual, pero como todo buen entrenador, una persona ambiciosa que no se puede esconder detrás de un contrato de exclusividad estúpido que sólo tiene la selección española. Permitidme un paréntesis... ¿Que tipo de entrenador de primer nivel acepta un puesto en el que sólo trabaja 15 días al año? Desde luego, no un entrenador ambicioso... Esos contratos son para los Pesqueras, Imbrodas... nunca para los Pepus o Aítos...

Y Pepe muere en su ridículo. Llevará a Aíto a Pekín, para que lo deje plantado según acabe el campeonato (El negocio para Aíto es redondo, puede ganar una medalla y seguir siendo un entrenador de élite) para fichar por algún club (con el que seguro tendrá ya un precontrato firmado), dejando la decisión de Pepe de echar a Pepu a la altura del personaje en cuestión... el barro.

Y esta es la historia de Pepu y Pepe. La historia de un buen entrenador que quiso trabajar, pero que se encontró con un político metido a presidente de la Federación que buscaba sus propias medallas. Mientras tanto, Pepe sigue con sus sararos...Ahora los ciudadanos casi hemos tenido que pagar un vuelo para los internacionales a Boston para ver a Gasol. La foto bien merecía el viaje, ¿Verdad Pepe?

Iruzkinak

  1. No habría que dejar pasar la exclusión, veto o como se le quiera llamar a la no convocatoria de Marta Fernández, la hermanisima por capricho de la capitana Amaya Valdemoro...

    Y luego van los de Marca diciendo que pese a quien pese, en referencia al basket femenino, el modelo FEB funciona...

    Uff

    ErantzunEzabatu

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